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¿Pirámide del aprendizaje de Dale?

Vamos a desmitificar el aprendizaje de Dale. Este es un modelo visual creado en 1946 para clasificar los diferentes métodos audiovisuales de enseñanza. Sigue leyendo para descubrir cómo funciona esta herramienta.

El 80% de resultados, tras una búsqueda de imágenes insertando el término: “pirámide de Dale”, arrojará un mosaico de gráficos similares entre sí: con una figura piramidal dividida en segmentos de porcentajes. 

A esta misma, le seguirán una coincidencia de nombres como: el cono del aprendizaje, ¿Cómo aprendemos?, pirámide del aprendizaje, etcétera. 

Lo curioso de estos resultados es la poca correspondencia en las equivalencias supuestamente planteadas. La mayoría varían entre sí en los porcentajes asignados a cada “escala del aprendizaje”, además estas son planteadas como si tratáramos con una receta de cocina, con la cual añadiendo estos ingredientes hornearemos un aprendizaje de estudiante “al dente” (grado justo).

Sin embargo, ninguno de estos planteamientos responde a lo que las ciencias cognitivas revelan acerca de cómo aprendemos. Por ello, la desmitificación debe iniciar renombrando el modelo de Edgar Dale. 

En la primera edición (1946) de su libro “Audio-visual methods in teaching”, aparece un gráfico llamado: el Cono de la Experiencia. Este se relacionaba a una analogía visual que mostraba a modo de clasificación las distintas experiencias audiovisuales de enseñanza.

Posteriormente, Dale introdujo en la última edición (1969) tres modos de categorizar el progreso en la enseñanza por experiencias. Este último, nos muestra acotaciones realizadas por el pedagogo, aunque como veremos a continuación, no existe una asignación de porcentajes. 

Las diferencias entre el “Cono de la experiencia» y la pirámide del aprendizaje o también llamado cono, son suficientes para alejarnos de las nuevas “teorías” expuestas en internet a propósito del esquema original. 

Entre ellas destacamos:

– Edgar Dale lo llamó “Cono de la Experiencia” y no era otra cosa que un planteamiento de los diferentes métodos audiovisuales de la enseñanza, del más concreto en la base, al más abstracto en la cúspide. 

– Dale no afirmó que su representación gráfica de la enseñanza audiovisual estuviera sujeta a una progresión en el aprendizaje.

– El modelo original no está basado en porcentajes asignados de manera creciente acercándonos al más alto o más bajo en la cúspide, según sea la intención.

El cono del aprendizaje que hoy en día se atribuye a Dale, no es postulado por él.

Tomando como punto clave el último de la lista, si lo que encontramos en internet como “Cono del aprendizaje de Dale”, no es el originalmente postulado por el pedagogo, entonces ¿De quién es?

Esta pregunta nos invita a reflexionar en torno a las nuevas postulaciones pedagógicas, que de ninguna manera deben ser consideradas como negativas, pues representan la actualización de conceptos anteriormente fundados, los cuales están sujetos a revisión. Sin embargo, esta debe realizarse con cautela. 

Ahora que aclaramos el mal entendido respecto a la pirámide de Dale y su nula relación con los pasos del aprendizaje, vamos a continuar con un modelo de apoyo que sí puede orientarnos para motivar el aprendizaje de los alumnos.

En el siguiente módulo, vamos a retomar el “Cono de la experiencia” de Dale y sumaremos una aportación pedagógica del neurocientífico Hector Ruíz Martín.

 

 

¿Qué nos enseña Dale para la práctica docente?

 

El “Cono de la Experiencia” revisado por Edgar Dale, nos ayuda a poner sobre la mesa docente los medios para ejemplificar un tema. Si bien, su enfoque estaba dirigido a la instrucción audiovisual, su planteamiento nos recuerda lo importante que es agotar todos los recursos disponibles para ayudar a estudiantes en el camino de su aprendizaje.

Al respecto, Hector Ruíz Martín neurocientífico español, autor del libro “¿Cómo aprendemos? Una aproximación científica al aprendizaje y la enseñanza”, postula diversos fundamentos en torno a cómo aprendemos a propósito del malentendido cono del aprendizaje. 

Martín apunta la irrelevancia de cómo obtenemos conocimiento a lo verdaderamente importante: ¿Qué hacemos con esa nueva información? Y es en este punto la mala interpretación circulante en internet del modelo de Edgar Dale. 

Según este esquema, el 90% del aprendizaje se obtiene enseñando a otros ¿esto es cierto? Recordemos la falta de veracidad científica de la imagen. Ahora, retomando a Martín, si bien es cierto una de las acciones con más recordación en el aprendizaje es la evocación. 

Podría decirse “enseñar a otros”, sin embargo el porcentaje es falso al no tener ninguna comprobación científica pedagógica y neurológica. Además, desde una generalización de los alumnos, la pirámide arriba expuesta, tendría nula aplicación. 

De acuerdo con Martín, recuperar el aprendizaje de la memoria y explicarlo a uno mismo o alguien distinto puede resultar efectivo, más que volver a la fuente original, en este sentido al libro de estudio. 

Si apelamos a la lógica, hay diversos conocimientos que llegarán mejor por diversos medios: visuales, auditivos, lectores. En este punto es vital recordar la diversificación en la enseñanza. Aunque el aprendizaje en primera instancia es auditivo, estamos obligados a buscar todas las vías posibles para transmitirlo, pues esto garantizará una mayor recordación, por ende una asimilación real de conocimientos.

 

Por último, la capacidad para recordar está sujeta a diversos factores, citamos a Martín para enlistarlos: 

– Nuestros conocimientos previos

– La naturaleza del objeto de aprendizaje

– La atención y tiempo dedicados 

– La edad de quien aprende

– El periodo de tiempo considerado entre el aprendizaje y su evaluación

– El contexto de aprendizaje

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