¡Cultiva la autonomía en tus alumnos de preescolar y primaria! La clave está en fomentar esta herramienta y en desarrollar la capacidad de tomar decisiones y actuar por sí mismos, como veremos a continuación en el siguiente texto.
Un niño autónomo es aquel preparado para la toma de decisiones del día a día. A temprana edad, comienza a reconocer y entender el mundo que lo rodea, pero somos nosotros quienes debemos mostrarle el camino sin hacerle perder esa libertad de descubrirlo a su ritmo.
Cuando llega el momento de ingresar a la escuela, la autonomía se refuerza a través del aprendizaje de nuevos conocimientos. En esta etapa, el niño debe resolver sus necesidades básicas sin ayuda de un adulto. Sin embargo, aquí comienza una nueva fase de interacción social. Un rol en el que será parte de un grupo ,y su personalidad así como sus decisiones tendrán un efecto al interior del aula.
Ahora cómo podemos impulsar a nuestros alumnos a desarrollar su autonomía. En este tutorial vamos a responder a esta pregunta, a su vez te brindaremos algunos tips para llevarlos a cabo con tu grupo y compartirlos con sus tutores para llegar a la meta en equipo.
La autonomía es la exploración del mundo, la libertad con la cual el infante encuentra sus propios límites. En la educación, los estudiantes son autónomos cuando pueden realizar por sí mismos las tareas escolares encomendadas, a su vez pueden tomar decisiones respecto a su propio aprendizaje y asumir la responsabilidad que esto conlleva.
En ocasiones, el docente puede ser una imagen autoritaria para el alumno, sin embargo esto puede cambiar y convertirse en la extensión de apoyo para alcanzar su autonomía. Por ello, uno de los primeros pasos a realizar desde la docencia, es convertirte en facilitador de experiencias, un compañero en el aprendizaje.
Uno de los primeros refuerzos que el alumno puede recibir antes de iniciar la clase es transmitirle que él también puede decidir al interior del aula y motivarlo a través de ejercicios como: elegir de entre un grupo de temas cuál quiere revisar durante la clase y cómo le gustaría abordarlo.
Otro ejemplo es debatir en grupo la forma en que serán acomodados los pupitres, en círculo, en cuadrado, en hileras. Lo interesante es motivar su decisión y orientarlo a saber por qué eligió esa opción, es decir, que él mismo pueda dar su opinión.
El alumno dentro del aula comenzará a situarse en un plano social. Aprenderá a ser parte de un grupo y conocerá las diversidades de pensamientos. Por lo tanto, hacerlo sentir libre al opinar así como tomar decisiones, será parte del refuerzo en el camino a su autonomía.
Tu motivación y ayuda serán de suma importancia. Cuando tus alumnos son de preescolar o primaria baja, tu apoyo será clave para reforzar sus gustos, expresar sus opiniones y conocer las de sus compañeros.
En el caso de niños en niveles de primaria alta, el rol docente está más enfocado en aclarar las dudas en torno a su aprendizaje y descentralizar la clase, es decir, dejar a un lado el modelo tradicional y llevar la sesión entre alumnos y maestro.
¿Cómo lograrlo? Pongamos las reglas en este juego. En el aula todos tenemos derechos y debemos respetarnos. La libertad de uno termina cuando inicia la de otro. De esta forma, cada día pueden someter a votación temas, tareas, incluso evaluaciones.
Volvamos por un momento a la niñez, el momento en el cual nuestros maestros imponían las tareas, temas y ejercicios. Si cuestionabas o mostrabas tu opinión era sinónimo de rebeldía. Hoy, se intenta erradicar ese modelo, escuchar a los alumnos con atención y motivarlos para que asuman la iniciativa de cara a su aprendizaje, ayudándolos a formular objetivos propios.
Por último, recuerda a tus alumnos que el salón es su laboratorio para experimentar, el único requisito para crear fórmulas es cuestionar su propio aprendizaje, opinar acerca de lo que observarán y escucharán durante clase.
En el plano docente, los refuerzos para formar niños seguros deberán centrarse en promover debates al interior de la clase y explorar el lado crítico de cada alumno, al hacerlo se evidenciará su competencia de argumentación, la cual requiere de seguridad, uno de los pilares de la autonomía.
¿Cómo lo logramos? Todo está en la formación de hábitos al interior del aula: debates, diálogos de decisiones grupales, encuestas, ejercicios de opinión. En conjunto, realizar estas actividades de manera repetitiva contribuirá al desarrollo de sus habilidades cognitivas relacionadas a la independencia y seguridad propias.
Se puede ir desde lo más básico, como lo es organizar el pupitre, llevar un calendario de nuevas actividades para la semana sugeridas entre todos, armar grupos dedicados al aseo y decoración del aula, etcétera.
Recordemos que los roles sociales fomentan la autonomía, pues le ofrecen al alumno una responsabilidad a cumplir viendo como resultado el mejoramiento de su entorno.